Estoy casi segura que en algún momento de tu existencia, alguien, alguna persona te dañó, te agredió, te ofendió y causó heridas en tu interior que si no las procesas como se debe... tarde o temprano, corres el riesgo de generar rencor. Un sentimiento tan negativo y que trae desórdenes en tu comportamiento, contigo misma y con los demás.
Amiga, intenta, trata, lucha por ser una persona benevolente, no te dés por vencida. Las personas benevolentes tienen la capacidad de pensar y encontrar cualidades donde jamás veíamos algo bueno. Esta caracterísitica es un fruto del Espíritu Santo, que se manifiesta en un corazón crecido espiritualmente, que está entrenado para no poner sus ojos en dificultades, en sospechas por un pasado hostil, sino, siempre restableciendo la confianza y disipando la Amargura y el Rencor.
Guardar Rencor, mantener en mente el recuerdo del daño sufrido, asegurandose del mal que te hicieron, puede generar una herida inmensa. Cundo tu corazón es amargado tus juicios se revelan en pensamientos y palabras insanas y dañinas.
Las palabras de maldición que lanzamos contra los demás, Jesucristo las compara con asesinatos!
Si tu mujer, lanzas una palabra que lastima, dejame decirte, que quedas igualmente lastimada, oh si!!!! y esto sí que nos impide volver a acercarnos a Dios.
Aunque tu corazón este profundamente herido, hacer justicia por tu propia mano, nunca es una buena opción. El verdadero amor debe confiar en que el Señor siempre tendrá un excelente desempeño en la lucha por establecernos paz, y reconciliación con nosotras mismas y con los demás.
Así que, si realmente queremos la paz espiritual, además de manifestar un buen testimonio, la opción es relevar y descansar en Dios.
No guardes rencor ya que El está en control.
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